Valorizar residuos para darles una segunda vida

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¿Qué hacemos con los residuos que generamos? Hace ya un tiempo que esta cuestión se ha convertido en uno de los grandes quebraderos de cabeza de empresas, ciudadanos y administraciones públicas. Y es que la huella que dejan nuestras actividades diarias, ya sean personales o profesionales, se puede convertir en un grave problema medioambiental si no se gestiona adecuadamente. Actualmente, muchas empresas están tratando de dar una solución al problema a través de una actividad cada vez más extendida en España: valorizar residuos.

 

¿Qué es valorizar residuos?

Según la Directiva 2008/98/CE de residuos (modificada por la Directiva (UE) 2018/851), valorizar residuos es “la operación cuyo resultado principal es que el residuo sirva a una finalidad útil al sustituir a otros materiales que, de otro modo, se habrían utilizado para cumplir una función particular”. Es decir, darles otro valor o utilidad a los residuos para devolverlos al ciclo productivo en forma de nuevos productos. Así, de lo que se trata es de conseguir, a través de distintos procesos, que ese desecho pueda recuperarse y evitar que su destino final sea el vertedero.

 

En cierta manera se trata de industrializar ese viejo dicho popular que sostiene que “la basura de un hombre es el tesoro de otro”. Una máxima que se cumple al 100% en el caso de la valorización de residuos. Esta práctica le da una vuelta de tuerca en clave circular a la extendida creencia de que todo residuo es inservible y debe, por tanto, ser eliminado. La valorización, por el contrario, se apoya en la creatividad y en la tecnología para recuperar y tratar de encontrar una segunda vida a esos materiales que ya se creían amortizados.

 

Valorizar residuos: una medida necesaria

Se calcula que en 2030 la población mundial generará 2,59 billones de toneladas de residuos cada año. Más de 2.500 millones de esas toneladas corresponden a la Unión Europea. Según las últimas cifras de Eurostat, cada europeo genera 502 kilogramos de residuos anuales. Una gran parte de esa ingente cantidad de desechos (algunas estimaciones hablan del 40%) es recuperable a través de la valorización, una tendencia en alza que se alinea con los parámetros de la economía circular y cuyos beneficios para el planeta son más que evidentes.

 

Ventajas de valorizar residuos

Uno de los beneficios más notables de valorizar residuos radica en el hecho de que mediante esta práctica se reduce la cantidad de basura que acaba en los vertederos, lo que tiene efectos directos en los niveles de contaminación y, por tanto, en la salud de las personas.

 

Por otro lado, valorizar residuos permite reducir la cantidad de materias primas que es necesario extraer de la naturaleza para fabricar nuevos productos, ya que estas son sustituidas por estos materiales recuperados. Un alivio para los cada vez más exiguos recursos naturales del planeta, además de una manera de avanzar en la difusión de una cultura de gestión sostenible de los mismos.

 

En el plano puramente económico, las empresas están obteniendo un doble beneficio por valorizar residuos. Por un lado, el que consiguen en forma de ahorro por adquisición de menores cantidades de materias primas para sus procesos de fabricación. Muchas compañías trabajan para llegar al objetivo del autoabastecimiento total gracias a la valorización. En el caso de Grupo Europac, el 40% de sus necesidades de materia prima en sus fábricas de papel de embalaje en España, Francia y Portugal, ya procede del autoabastecimiento a través de sus actividades de gestión de residuos, tratamiento y valorización. También Cerealto Siro Foods consigue ahorrar alrededor de 3 millones de euros anuales gracias a revalorización del subproducto procedente de su producción de galletas, cereales, pasta y snacks, cuyos residuos sirven para alimentar el ganado y producir fertilizantes para el campo o energía verde para que funcionen sus plantas.

 

Otro beneficio empresarial derivado de valorizar residuos está en el factor reputacional. Y es que la paulatina introducción de criterios ESG (factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo) en la gestión corporativa, motivada por un cambio de sensibilidad social y del resto de stakeholders hacia estas cuestiones, está llevando a muchas compañías a manejar una agenda ambiental cada vez más ambiciosa en su operativa.

 

Finalmente, está generando una importante actividad económica en sí misma, con fuertes desarrollos tecnológicos, inversiones en plantas de reciclado y la generación de un interesante nicho de empleo alrededor de esta especialidad.

 

 

¿Qué residuos se pueden valorizar?

 

Los principales residuos susceptibles de valorización sin riesgo para el medio ambiente son aquellos que se generan en cada domicilio y en oficinas o comercios; es decir, aquellos que proceden de las actividades habituales de la vida cotidiana. Entre ellos, los envases ligeros, papel y cartón y vidrio son residuos valorizables. La recuperación de estos materiales a través de la recogida selectiva en los contenedores urbanos, auspiciada y coordinada por la actividad de organizaciones como Ecoembes, permite que la valorización de residuos aumente exponencialmente, siempre con la vista puesta en el objetivo ineludible de impulsar la economía circular.

 

Otros residuos valorizables son los generados en actividades de construcción y demolición (RCD), que suponen un 30% de los residuos totales urbanos en la Unión Europea. Tienen la capacidad de ser valorizables casi al 100%, pero necesitan una comprobación previa de su calidad.

Formas de valorizar residuos

Principalmente existen dos tipos de valorización de residuos. Por un lado, está la valorización energética, que centra sus esfuerzos en la obtención de energía a través de la incineración de residuos.

 

Por otro, la valorización de materiales sólidos, una variante que consiste en la obtención de materias primas a través de reciclaje de residuos no peligrosos como papel o plástico. Una forma de valorizar residuos en la que los Sistemas Integrados de Gestión (SIG), como el de Ecoembes, encaminado a la recogida selectiva y a la recuperación de residuos de envases y embalajes domésticos a través de los contenedores amarillos y azules, cobra pleno sentido.

 

 ¿Qué es la valorización de residuos sólidos orgánicos?

 

Los residuos sólidos orgánicos son todos aquellos cuyo origen es biológico: basura de origen alimenticio, restos de plantas, restos de animales, desechos corporales de animales, desechos agrícolas, papel y cartón, etc. Están originados en hogares, mercados, áreas verdes, restaurantes, instituciones públicas y privadas y establecimientos donde se realizan actividades extractivas, productivas o de servicios.

 

Existen dos procesos biológicos para valorizar residuos orgánicos:

 

El compostaje, que permite la obtención de compost, un abono orgánico de alta calidad. Este se lleva a cabo por la acción de microorganismos aerobios. Para su tratamiento se precisa un control de la humedad y de la temperatura, así como remover la materia orgánica para que el oxígeno haga acto de presencia. Esta valorización genera indudables beneficios, ya que mejora la estructura y fertilidad en suelos y es un sustrato que evita enfermedades en los cultivos, además de contribuir a reducir la contaminación ambiental y el deterioro de los ecosistemas.

 

La digestión anaerobia, proceso por el cual los microorganismos descomponen material biodegradable en ausencia de oxígeno. Se trata de un proceso más complejo, pero con la ventaja de que además de compost se obtiene biogás.

 

¿Qué son los residuos no valorizables?

 

Son residuos que no tienen valor de uso o recuperación y que deben ser adecuadamente dispuestos en un relleno sanitario u otro mecanismo autorizado. Son desechos que pueden suponer un riesgo para el medio ambiente y la salud por sus características corrosivas, reactivas, explosivas, tóxicas, inflamables, infecciosas o radiactivas.

 

Aunque muchos de ellos se derivan de la actividad industrial, agropecuaria, química o de servicios, también las actividades cotidianas son capaces de generar residuos no valorizables. Hay que tener en cuenta que en el día a día se desechan residuos que, aunque no son peligrosos, no tienen alternativas viables de recuperación, como, por ejemplo, chicles, residuos de barrido, etc.

 

Es importante seguir el procedimiento de identificación, clasificación, separación, almacenamiento, tratamiento y destino final de ese tipo de residuos no valorizables, así como también los procedimientos de seguridad recomendados para controlar mejor los riesgos.

 

Las compañías, entidades y, en general, cada persona a título individual, deben conocer qué tipo de desechos se derivan de sus actividades cotidianas para poder tomar las medidas pertinentes que eviten cualquier riesgo a la salud pública, así como al medio ambiente.

 

Trazabilidad y valorizar residuos

La valorización de residuos tiene lugar en plantas de reciclaje, en las que se clasifican los distintos tipos de materiales y se preparan y transforman para darles una nueva utilidad. Pero el proceso es mucho más complejo e implica una gestión integral de los residuos a diferentes niveles: desde realizar un inventario pormenorizado de los residuos generados, su origen, sistemas de almacenamiento y costes asociados, hasta el análisis de las mejores técnicas y posibilidades tecnológicas para el tratamiento de cada tipo de residuo, o la realización de estudios económicos que determinen sus posibilidades de mercado y rentabilidad.

 

Una de las cuestiones que adquiere mayor relevancia en este complejo proceso es el de la trazabilidad. Desde diversos estamentos se insiste en la necesidad de hacer un seguimiento riguroso de los residuos como un elemento esencial para comprender la manera en que se generan y ayudar así a optimizar su gestión. En este sentido, destacan iniciativas como RECICLOS, el sistema de reciclaje con recompensa de Ecoembes. El proyecto, que lleva dos años en funcionamiento, se apoya en tecnologías como el blockchain, la inteligencia artificial o el reconocimiento de imagen para digitalizar y hacer una completa trazabilidad del origen de los residuos urbanos. De esta manera, se saca del anonimato y se incentiva el acto individual y voluntario de acudir a los contenedores a reciclar, y se incorpora un sistema de recogida de datos que permita extraer información que aporte valor a todo el proceso.

 

Certificación en valorizar residuos

En España, la nueva Ley de Residuos y Suelos Contaminados tiene como uno de sus objetivos primordiales impulsar modelos de economía circular. Para ello, incluye medidas como el establecimiento de un calendario de implantación de nuevas recogidas separadas de residuos para su valorización, que se suman a las ya existentes para el papel, los metales, el plástico y el vidrio. En concreto, se amplía la recogida separada a los biorresiduos domésticos, que será efectiva a partir de 2022 para entidades locales con más de 5.000 habitantes y a partir de 2024 para el resto de municipios. La ampliación también afecta a los residuos de construcción y demolición a partir de 2022, y a los residuos textiles, aceites de cocina usados, residuos domésticos peligrosos y residuos voluminosos a partir de 2025.

 

Pero más allá de las obligaciones normativas, cada vez más empresas están adoptando políticas activas para valorizar de manera sistemática sus residuos de cara a cumplir con sus propios objetivos medioambientales.

 

Una de las iniciativas que está contribuyendo a la extensión de esta práctica es la certificación Residuo Cero, de AENOR. Por medio de esta acreditación se reconoce a aquellas organizaciones que mejores resultados obtienen en cuanto a valorizar residuos. De esta manera, se quiere promover un aprovechamiento sostenible, responsable y eficiente de los residuos generados para su reintegración en el sistema productivo. La certificación Residuo Cero se enmarca en la línea de actuaciones de la OCDE, PNUMA, G20, PEMAR, Unión Europea y España en lo relativo a Economía Circular.

 

AENOR tiene dos niveles de certificación. Por un lado, Residuo Cero, que se otorga a aquellas empresas que acrediten valorizar más del 90% de sus residuos. Y, en un segundo nivel, el certificado Hacia Residuo Cero, para aquellas empresas que valorizan entre el 60 y 90%.

 

Empresas que marcan el camino de valorizar residuos

 

En España cada vez un mayor número de compañías está apostando por valorizar residuos. Estos son los ejemplos de algunas de las que ya han sido reconocidas por ello mediante la certificación Residuo Cero.

 

Pascual. Hasta 32 centros de la compañía, incluidos todos sus centros de producción y distribución, oficinas centrales y división inmobiliaria, han logrado valorizar 11.100 toneladas de sus 12.000 toneladas de residuos generados, lo que supone un 93,3% de valorización.

El Corte Inglés. El gigante de la distribución consiguió durante 2021 valorizar al menos el 90% de sus residuos en 55 de los centros y plataformas logísticas que la compañía tiene en España y Portugal. Su objetivo es alcanzar estos niveles para el 100% de sus centros a lo largo de 2022.

Aquaservice. La compañía de agua logró superar la valorización del 90% de sus residuos para su reintroducción en su cadena de valor en sus manantiales de Camporrobles y Cogollos de Guadix.

El Pozo Alimentación. La empresa de alimentación murciana ha implantado un modelo que garantiza la trazabilidad del 95% de sus residuos

PROSOL. Fue la primera empresa española dentro del sector agroalimentación en obtener la certificación de AENOR. La compañía cafetera con sede en Venta de Baños (Palencia) apuesta por un modelo de optimización de sus procesos de gestión de residuos que incluye una revisión exhaustiva de los mismos y se focaliza en sus puntos de producción.

 

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