El Objetivo de Desarrollo Sostenible número 12 llama a «garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles». Su inclusión junto a los otros 16 ODS de Naciones Unidas es sintomática de que la humanidad se enfrenta a un grave problema: las dinámicas de producción y consumo actuales están agotando los recursos naturales del planeta más rápidamente de lo que somos capaces de regenerar. De seguir por este camino, la subsistencia de una población en crecimiento no está garantizada. Una vía para atajar esa deriva es, precisamente, adoptar nuevos modelos de producción y consumo responsables.

¿Qué es la producción y consumo responsable?
Según Naciones Unidas, la producción y el consumo responsables –o sostenibles– consisten en «promover la eficiencia energética y de los recursos, la infraestructura sostenible y brindar acceso a servicios básicos, empleos verdes y decentes, y una mejor calidad de vida para todos» (1). Se trata, en definitiva, de «hacer más y mejor con menos».
Para ser considerados «responsables», tanto la producción como el consumo requieren de la colaboración activa de los agentes implicados en sus procesos, desde el productor hasta el consumidor final, pasando por toda la cadena de valor y las administraciones públicas.
En ese conjunto de actores, la implicación de la ciudadanía resulta esencial ya que tiene la última palabra en cuanto a hábitos de consumo, y también recae en ella buena parte de la responsabilidad de la generación de residuos y su correcta separación.
La importancia de la producción y el consumo responsable para un futuro sostenible
Adoptar hábitos y prácticas de producción y consumo responsable se antoja vital en un contexto de superpoblación, desigualdades y escasez de recursos. Los excesos de la cultura de consumo masivo que se ha vivido en las últimas décadas suponen una doble carga para el planeta: por la carga en sí de productos que no se necesitan y pasan, poco después, a convertirse en residuos; y por las desigualdades que genera el sistema. Y es que, aunque muchos de esos excesos se cometen en los países ricos, son principalmente los pobres quienes sufren sus consecuencias.
Algunos de los grandes problemas asociados a las prácticas de producción y consumo poco sostenibles son.
- Residuos. La generación de residuos es un problema global que presenta muchas facetas. Solo en el ámbito de los residuos electrónicos, según los datos del último Global Waste Monitor (2024) (2), cada año se generan en el mundo 56,3 millones de toneladas de residuos electrónicos, de los cuales solo el 17% se recicla adecuadamente. Lugares como Agbogbloshie, en Ghana, se han convertido en los basureros mundiales de desechos electrónicos. Según desvelaba el documental E WASTELAN (3), en su máximo apogeo este vertedero recibía 200.000 toneladas de residuos electrónicos al año.
- Contaminación. Los residuos electrónicos no son los únicos que terminan en el lugar equivocado, provocando serios desequilibrios en el medioambiente. Según el Parlamento Europeo, el sector textil es responsable del 20% de la contaminación del agua potable mundial (4). Buena parte de esta contaminación se produce por microplásticos de los textiles que se liberan durante los primeros lavados.
- Consumo de recursos naturales. Según WWK (5), la humanidad consume 1,7 veces más recursos naturales de los que es capaz de regenerar por sí misma en un año. En España, el Overshoot Day o Día de Sobrecarga de la Tierra (6), indicador creado por Global Footprint Network que marca la relación entre los recursos que el planeta puede producir en un año y los que realmente se consumen, se alcanzó en 2025 el 23 de mayo.
- Obsolescencia programada. Europa se encuentra inmersa en una cruzada para acabar con el problema de la obsolescencia programada. En julio de 2024 entraron en vigor nuevas normas destinadas a reforzar el derecho a reparar de los consumidores (7). Entre las medidas adoptadas, está la obligatoriedad de que los fabricantes ofrezcan servicios de reparación y piezas de recambio a «precios razonables» a los consumidores. Europa ha dado de plazo hasta el 31 de julio de 2026 a los estados miembros para integrar este nuevo marco en sus legislaciones nacionales.
- Desperdicio alimentario. Según datos del ‘Informe del Desperdicio Alimentario en España 2023’ del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en España se desperdiciaron el 3,9 % del total de alimentos y bebidas adquiridos para su consumo dentro y fuera de los hogares durante ese año (8). El pasado 2 de abril se publicó en el Boletín Oficial del Estado (BOE), Ley 1/2025, de 1 de abril, de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario (9), un problema que, según se indica en el preámbulo de esta norma, «son señal de un funcionamiento ineficiente de los sistemas alimentarios y de una falta de concienciación social». El objetivo de esta ley, la primera de carácter estatal sobre la materia en España, es fomentar el uso eficiente de los alimentos y reducir el despilfarro en toda la cadena de valor de los mismos.

Objetivos y metas de producción y consumo responsable en el ODS 12
El ODS número 12 trata de impulsar modelos de producción y consumo sostenible, potenciando productos duraderos, reparables y reciclables. Para ello, este ODS se plantea las siguientes metas (10):
- 12.1. Aplicar el marco decenal de programas sobre consumo y producción sostenibles, con la participación de todos los países y los países desarrollados a la cabeza, teniendo en cuenta el desarrollo y las capacidades de los países en desarrollo.
- 12.2. De aquí a 2030, lograr la gestión sostenible y el uso eficiente de los recursos naturales.
- 12.3. De aquí a 2030, reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita en los comercios minoristas y de consumo y reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro, incluidas las pérdidas posteriores a la cosecha.
- 12.4. De aquí a 2020, lograr la gestión ambientalmente racional de los productos químicos y de todos los desechos a lo largo de su ciclo de vida, de conformidad con los marcos internacionales convenidos, y reducir significativamente su liberación a la atmósfera, el agua y el suelo a fin de minimizar sus efectos adversos en la salud humana y el medio ambiente.
- 12.5. De aquí a 2030, reducir sustancialmente la generación de desechos mediante la prevención, la reducción, el reciclaje y la reutilización.
- 12.6. Alentar a las empresas, especialmente a las grandes empresas y a las transnacionales, a adoptar prácticas sostenibles e integrar información sobre sostenibilidad en su ciclo de presentación de informes.
- 12.7. Promover prácticas de contratación pública que sean sostenibles, de acuerdo con las políticas y prioridades nacionales.
- 12.8. De aquí a 2030, garantizar que las personas de todo el mundo tengan la información y los conocimientos pertinentes para el desarrollo sostenible y estilos de vida en armonía con la naturaleza.
- 12.9. Apoyar a los países en desarrollo para que fortalezcan su capacidad científica y tecnológica a fin de avanzar hacia modalidades de consumo y producción más sostenibles.
- 12.10. Desarrollar e implementar herramientas para monitorear los impactos del desarrollo sostenible para un turismo sostenible que genere empleos y promueva la cultura y los productos locales.
- 12.11. Racionalizar los subsidios ineficientes a los combustibles fósiles que incentivan el consumo derrochador eliminando las distorsiones del mercado, de conformidad con las circunstancias nacionales, incluso reestructurando la tributación y eliminando gradualmente esos subsidios perjudiciales, cuando existan, para reflejar sus impactos ambientales, teniendo plenamente en cuenta las necesidades y condiciones específicas de los países en desarrollo y minimizando los posibles impactos adversos en su desarrollo de una manera que proteja a los pobres y a las comunidades afectadas.
Cómo mejorar la producción y consumo responsable: estrategias y buenas prácticas
Algunas estrategias y buenas prácticas que pueden acercar esas ambiciosas metas son:
Empresas
- Incorporar ecodiseño a sus productos. El ecodiseño permite reducir el impacto ambiental de los productos desde antes incluso de fabricarse y a lo largo de todo su ciclo de vida (extracción/reaprovechamiento de materiales, fabricación, almacenaje, transporte, comercialización y disposición final/reciclaje).
- Practicar la economía circular. Adoptar modelos de producción circulares, con medidas orientadas a la eficiencia energética, la optimización de procesos, recursos naturales y materias primas o el reciclaje de materiales, es una de las principales vías para lograr sistemas productivos más sostenibles.
- Alianzas. Extender las prácticas sostenibles a toda la cadena de suministro y establecer una red de alianzas con asociaciones empresariales, otras empresas e instituciones, es otra eficaz fórmula para maximizar las prácticas productivas responsables.
Consumidores
- Compra responsable. Los consumidores tienen la última palabra de las compras que realizan, y esa prerrogativa les otorga un enorme poder transformador. El consumo responsable tiene una doble vertiente. Por un lado, supone dar preferencia a marcas y empresas que demuestren comportamientos respetuosos con el medioambiente y la sociedad en sus procesos productivos. Por otro, implica corregir sus propios comportamientos como consumidor, evitando o reduciendo las compras por impulso o los gastos superfluos.
- Reducir el desperdicio alimentario. El desperdicio alimentario es un problema que puede empezar a atajarse desde los hogares con una cesta de la compra más racional y, sobre todo, planificada. Aprovechar las sobras y explorar la llamada «cocina de aprovechamiento» son otras soluciones para ayudar a optimizar los alimentos que entran en el hogar.
- Apuesta por las tres erres. Poner el foco en las tres erres de la economía circular: reutilización, reparación y reciclaje, es una apuesta segura para reducir los residuos y mejorar la economía doméstica.
- Gestión responsable de los residuos. Y para aquellos residuos que se pueden evitar, la gestión responsable –haciendo uso de los sistemas de recogida separada, como los contenedores urbanos verde; amarillo de envases domésticos ligeros de plástico; y papel y cartón que gestiona Ecoembes en colaboración con empresas y ayuntamientos– es otra de las palancas de consumo responsable que tiene en su mano la ciudadanía.
Referencias
(2) https://www.itu.int/hub/publication/d-gen-e_waste-01-2024/
(3) https://www.youtube.com/watch?v=yUCoToorc9M
(9) https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2025-6597
(10) https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/sustainable-consumption-production/