Educar al consumidor, estrategias para una economía circular
Tabla de contenidos
- Qué es el consumo sostenible y su importancia
- Beneficios de educar al consumidor en prácticas sostenibles
- Estrategias para educar al consumidor en prácticas sostenibles
- Ejemplos de iniciativas para educar al consumidor en prácticas sostenibles
- El papel de las empresas en la educación del consumidor
- Oportunidades y desafíos de educar al consumidor en prácticas sostenibles
- Conclusión
La producción y el consumo son pilares del crecimiento y claves para la prosperidad de las sociedades. Sin embargo, llevada al extremo, la sociedad de consumo no solo resulta insostenible a largo plazo desde un punto de vista económico, sino que esos excesos los acaba pagando el planeta en forma de sobreexplotación de recursos naturales y materias primas. De ahí la importancia de redirigir los legítimos sistemas económicos hacia modelos más sensatos que entronquen con los principios de la economía circular. Una de las formas más eficaces para materializar ese cambio consiste en educar al consumidor.
Qué es el consumo sostenible y su importancia
Basta enunciar el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 12 de Naciones Unidas, «Producción y Consumo Responsables», para comprender la importancia que estos conceptos tienen para el futuro de la humanidad.
Según este organismo, consumo (y producción) responsable es: «El uso de bienes y servicios que responden a necesidades básicas y proporcionan una mejor calidad de vida, al mismo tiempo que minimizan el uso de recursos naturales, materiales tóxicos y emisiones de desperdicios y contaminantes sobre el ciclo de vida, de tal manera que no se ponen en riesgo las necesidades de futuras generaciones».
Los impactos negativos del consumo insostenible son muy graves y numerosos: incremento de la huella ambiental de las actividades empresariales, agotamiento de los recursos naturales para atender las necesidades productivas, pérdida de biodiversidad por la sobrepesca, degradación del suelo a causa de las prácticas de agricultura intensiva o acumulación de residuos como resultado de una vida útil de los productos excesivamente corta son solo algunos de ellos. La necesidad de educar al consumidor está más que justificada como vía para combatir estos efectos negativos. Pero también resulta imprescindible si se quiere poner fin a una peligrosa desconexión de las personas con su entorno amparada en la falsa creencia de que los recursos del planeta son inagotables.
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