Gestión de subproductos: un pilar de la economía circular

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Lo sabemos: la economía circular es un modelo socioeconómico que persigue transformar la forma en que producimos y consumimos bienes y servicios para hacerla más sostenible y respetuosa con las necesidades del planeta. Para ello, en lugar de seguir el modelo lineal de «extraer, fabricar, consumir y desechar», esta doctrina se decanta por tratar de mantener los productos y los materiales de los que están compuestos en uso durante el mayor tiempo posible. Con ese punto de partida, la economía circular buscará mil y una formas para tratar de reutilizar, reciclar, regenerar y, en definitiva, optimizar tanto los propios productos como sus residuos. Una de las vías para poner en práctica esa máxima es por medio de la gestión de subproductos.

¿Qué son los subproductos?

Un subproducto es un producto secundario, que a veces se produce de manera inesperada o no premeditada, normalmente de valor inferior al del producto principal, que surge durante un proceso de producción y que puede ser reutilizado posteriormente como materia prima en otro.

La Directiva 2008/98/CE define subproducto como «cualquier sustancia u objeto resultante de un proceso de producción, cuya principal finalidad no es la de la propia producción de esa sustancia o material en concreto, sino que puede volver a tener una utilidad diferente».

En España, la Ley 7/2022 del 8 de abril de residuos y suelos contaminados para una economía circular recoge una definición de subproducto casi calcada a la europea. Según esta, un subproducto es «una sustancia u objeto, resultante de un proceso de producción, cuya finalidad primaria no sea la producción de esa sustancia u objeto». Además, el texto legal español añade que para que esa sustancia pueda ser considerada como subproducto y no como residuo, tienen que darse las condiciones siguientes:

  1. Que se tenga la seguridad de que la sustancia u objeto va a ser utilizado ulteriormente.
  2. Que la sustancia u objeto se pueda utilizar directamente sin tener que someterse a una transformación ulterior distinta de la práctica industrial habitual.
  3. Que la sustancia u objeto se produzca como parte integrante de un proceso de producción.
  4. Que el uso ulterior cumpla todos los requisitos pertinentes relativos a los productos y a la protección de la salud humana y del medio ambiente para la aplicación específica, y no produzca impactos generales adversos para la salud humana o el medio ambiente.

Para que una sustancia u objeto pueda ser considerada como subproducto deben cumplirse estas cuatro condiciones de manera simultánea.

A la luz de estas definiciones, no es de extrañar que la economía circular se haya fijado en los subproductos como valiosos recursos que contribuyen a la sostenibilidad y a la eficiencia económica.

Diferencias entre subproducto y residuo

Como vemos, el concepto de subproducto se mueve en una línea fronteriza muy fina respecto al de residuo. La citada Ley 7/2022 también aporta una definición de «residuo», al que se refiere como «cualquier sustancia u objeto que su poseedor —organización o particular— deseche o tenga la intención u obligación de desechar». Es decir, un residuo es todo aquel material que, tras haber cumplido su misión, pierde utilidad y se desecha; bien para ser reciclado, bien para ser eliminado.

¿Cuál es la principal diferencia entre estos dos conceptos? El residuo o se desecha porque ya no se puede hacer nada más con él, o tiene que ser sometido a un proceso de transformación para poder ser reintroducido en los procesos productivos. Sin embargo, el subproducto sí es susceptible de ser reutilizado de forma directa y segura como material o materia prima, puesto que acredita que cumple con las especificaciones técnicas necesarias para ello y además existe un mercado dispuesto a venderlo, comprarlo y utilizarlo.

Dicho de otro modo, un subproducto sería un residuo de producción que no llega a ser residuo.

Ejemplos de subproductos

Existen numerosos ejemplos de subproductos. Durante la fabricación industrial de café, se genera el subproducto de la pulpa del café. Esta sustancia fibrosa envuelve de forma natural el grano de café, del que es separada durante un proceso denominado despulpado. Una vez desprendida del grano, esta pulpa de café puede ser reutilizada con otros fines como servir de abono, biomasa para la alimentación de animales o incluso para fabricar licor.

Otros ejemplos:

  • Serrín o virutas que se desprenden cuando se procesa madera.
  • Gas natural que se produce durante la extracción de petróleo.
  • Crema en el proceso de separación de la leche cruda.
  • Coque, gas, benceno o alquitrán en la extracción de carbón.
  • Plomo o zinc en la extracción de cobre.

En el ámbito concreto de los subproductos animales, cabe diferenciar entre subproductos elaborados y no elaborados. Los primeros serían aquellos que han sido sometidos a un proceso de transformación físico o químico (harina de carne y hueso, harina de sangre, cenizas, sebo, etc.).

En cuanto a los segundos, no existe tal transformación y las operaciones que se realizan con estos subproductos se limitan a cortarlos o depositarlos. Un ejemplo paradigmático sería la lana de oveja durante el proceso de esquilado.

La ley de residuos y suelos contaminados para una economía circular. Requisitos para la gestión de subproductos

La Ley 7/2022 del 8 de abril de residuos y suelos contaminados para una economía circular dedica todo el Artículo 4, del capítulo I, a la gestión de subproductos.

Entre los apartados regulados, se establece el procedimiento para desarrollar los criterios de evaluación para la consideración de estas sustancias u objetos como subproductos, «previa consulta a la Comisión de Coordinación en materia de residuos, teniendo en cuenta lo establecido en su caso para este ámbito por la normativa de la Unión Europea, garantizando un elevado nivel de protección del medio ambiente y de la salud humana y facilitando el uso prudente y racional de los recursos naturales».

Además, establece que dicha evaluación y aprobación será llevada a cabo por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, y por las autoridades competentes de las comunidades autónomas mediante autorización.

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico evaluará y, en su caso, declarará una sustancia u objeto como subproducto para todo el territorio español de alguna de estas dos formas:

  • De oficio. A iniciativa propia en los casos que lo considere de interés para todo el territorio del Estado o a la luz del análisis de las autorizaciones concedidas por las comunidades autónomas de conformidad con el apartado 4.4. A tal fin, y en caso de que hubiera varias autorizaciones que afecten a un mismo subproducto, tomará como punto de partida las que ofrezcan mayor grado de protección desde el punto de vista ambiental y de la salud humana.
  • A solicitud de una comunidad autónoma. Tras la autorización de un subproducto por la misma para un uso concreto.

Las autorizaciones tendrán validez, únicamente, para el uso autorizado del subproducto en la actividad o proceso industrial de destino.

Previamente a la aprobación de la declaración de subproducto se notificará a la Comisión Europea, de conformidad con el Real Decreto 1337/1999 del 31 de julio.

Además, en su artículo 64, en el apartado 2, se especifica que las entidades o empresas que generen subproductos «llevarán un registro cronológico de la naturaleza, cantidades producidas y gestionadas como subproducto, así como de los destinos de los mismos. Asimismo, las entidades o empresas que utilicen subproductos, llevarán un registro cronológico de la naturaleza, las cantidades utilizadas y su procedencia».

Subproductos como recursos: redefiniendo la normativa

En la economía circular, la normativa y las políticas trabajan para contemplar los subproductos como recursos en lugar de hacerlo como desechos. Esto implica un cambio en la mentalidad según el cual la gestión de subproductos es una oportunidad para la creación de valor gracias a su capacidad para ahorrar costes, materiales, energía y recursos naturales en los procesos productivos.

Sin embargo, como hemos visto, los trámites legales para que una sustancia reciba luz verde a su consideración como subproducto son todavía complejos. Esto es debido a que se prima la seguridad y protección del medio ambiente y de la salud humana frente a la agilidad.

Bajo ese punto de vista, aligerar, en la medida de lo posible y siempre bajo estrictos parámetros de seguridad y salubridad, esos mecanismos de control y evaluación para que un subproducto pueda ser reintroducido en los procesos productivos es un objetivo a perse

Bajo ese punto de vista, aligerar, en la medida de lo posible y siempre bajo estrictos parámetros de seguridad y salubridad, esos mecanismos de control y evaluación para que un subproducto pueda ser reintroducido en los procesos productivos es un objetivo a perseguir.

A modo de ejemplo, estas son algunas de las Órdenes Ministeriales de declaración de subproducto aprobadas en los últimos años:

 

Estrategias innovadoras para la valorización de subproductos de la industria agroalimentaria

 

En la industria agroalimentaria es habitual la valorización de subproductos. Esta consiste en la transformación de ese producto con el fin de darle otro uso, función o como materiales para otros procesos industriales. Pero, antes de continuar, convendría aclarar una cuestión. Si se habla de valorización, ¿se puede hablar de subproducto?

Se trata de un punto que, sobre el papel, incumple una de las condiciones especificadas en la Ley 7/2022 del 8 de abril, para que una sustancia pueda ser considerada como subproducto, concretamente con lo recogido en el citado artículo 4, punto 1, apartado b:

  1. b) Que la sustancia u objeto se pueda utilizar directamente sin tener que someterse a una transformación ulterior distinta de la práctica industrial habitual.

Sin embargo, la propia redacción de esta condición da pie a cierto margen de interpretación. Lo hace a la hora de determinar qué se considera «distinta de la práctica industrial habitual». Al respecto, algunas teorías apuntan a que, si los procesos de transformación forman parte integrante del propio proceso de producción y tienen lugar sin interrumpir el mismo, entonces la sustancia, material u objeto resultante puede considerarse como un subproducto. En caso contrario, entraría más en el territorio de residuo sometido a una operación de valorización.

Este margen, que de nuevo estrecha los límites entre residuo y subproducto, se manifiesta de manera especialmente acusada en la industria alimentaria, donde muchos de los subproductos surgidos de la transformación de alimentos son biomasa, que puede ser reutilizada con numerosos fines gracias a sus principios bioactivos. Por ejemplo, la biomasa residual de la industria agrícola se puede convertir en bioplásticos o biocombustibles.

La innovación en valorización de subproductos agroalimentarios es una pieza clave en la transformación de estas sustancias en productos o materias primas de valor. Entre las técnicas que se están utilizando para estos procesos de transformación, figuran la biotransformación (proceso por medio del cual una sustancia se convierte en otra a través de una reacción bioquímica o un conjunto de ellas) o la extracción de compuestos activos.

En cuanto a los productos de valor añadido que se pueden obtener mediante estos procesos, cabe destacar las enzimas, los ácidos orgánicos, el biocombustible, los biopolímeros o los colorantes.

 

El impacto de la gestión de subproductos en la sostenibilidad 

 

La gestión eficaz de subproductos tiene un impacto significativo en la sostenibilidad ambiental y económica. Y es que, al reducirse la generación de residuos, disminuye la presión sobre los vertederos y se reduce la contaminación ambiental. Además, la reutilización de subproductos ahorra recursos naturales y energía al evitar la necesidad de extraer y procesar materias primas vírgenes. Esto contribuye a la conservación de recursos y a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

 

La economía circular y su relación con la gestión de subproductos

 

La economía circular y la gestión de subproductos están íntimamente relacionadas. Al fin y al cabo, el objetivo de la economía circular es alargar el ciclo de vida de los productos y materiales, y la gestión de subproductos es una eficaz vía para lograrlo. Principios de la economía circular, como la reutilización, el reciclaje o la responsabilidad ampliada del productor se pueden aplicar directamente a la gestión de subproductos. Cuando se gestionan adecuadamente, los subproductos se convierten en recursos que pueden alimentar la economía circular.

 

El futuro de la gestión de subproductos y su papel en la sostenibilidad

 

El futuro de la gestión de subproductos abre interesantes oportunidades en el contexto de la economía circular. Se espera que las regulaciones se vuelvan más estrictas en cuanto a la gestión de residuos y más eficientes en relación a la gestión de subproductos. En paralelo, las empresas deberán seguir invirtiendo en innovación y soluciones tecnológicas que mejoren sus prestaciones ambientales gracias a la gestión de subproductos. En último término, la gestión de subproductos puede desempeñar un papel crucial en la transición hacia una economía más sostenible y la reducción de la huella ambiental global.

 

Ejemplos de empresas que producen subproductos

 

Numerosas empresas están generando subproductos que más tarde son utilizados por otras compañías para hacer sus procesos productivos más eficientes, optimizados y circulares. El Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria (CNTA) elaboró recientemente un informe en el que identifica diversos casos de éxito reales de empresas que están obteniendo subproductos gracias a la tecnología. Entre ellas, destacan:

  • Agralco S. CoopAlvinesa. Ambas especializadas en la transformación y revalorización de subproductos líquidos y sólidos del sector vitivinícola para producir alcohol, aceite de pepita de uva, colorantes o fertilizantes para su posterior aplicación agroalimentaria.

 

  • Agrosingularity. Esta empresa produce ingredientes en polvo a partir de deshechos de acelga, ajo, kale, brócoli o tomate.

 

  • Natac. Realiza valorizaciones de hoja de olivo y alperujo con las que produce hasta una quincena de ingredientes funcionales con aplicación en sectores como farmacia, alimentación, nutrición animal o cosmética.

 

  • Eggnovo. Trabaja en el ámbito de los subproductos de origen animal. En concreto, está centrada en la valorización de cáscaras de huevo de gallinas, con las que se produce calcio, colágeno, elastina y glucosaminoglicanos naturales.

 

  • Ragrocarbon. Esta empresa húngara realiza la valorización de huesos animales para producir biofertilizantes y adsorbentes para el sector químico.

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